La señora Silvia se encuentra en una situación muy complicada. Ella tiene a tres de sus hijos viviendo tras las rejas.

Sus dos hijos mayores se encuentran en una prisión para adultos en Chihuahua, mientras que su hijo menor, Miguel, está en el centro de detención juvenil de ese mismo estado. Ella vive muy lejos de ambas prisiones, en un estado vecino, a casi 500 km de distancia.

Silvia gana menos del salario mínimo mexicano, su esposo perdió su empleo debido a la pandemia, por lo que mientras él busca otro trabajo, ella sostiene el costo de vida para ambos y para su hija que también vive con ellos. 

Con el corazón roto, ha tenido que decirle a sus hijos que se encuentran en prisión que no le será posible verlos durante meses, ya que simplemente no tiene el dinero para el viaje.


El año pasado se contagió de COVID-19, imposibilitando durante un par de meses que siquiera considerase intentar de nuevo visitar a sus hijos. No le parecía sensato poner a otras personas en riesgo durante su viaje, por lo que se conformó con ver por lo menos a Miguel por video llamadas durante unos meses.

Un día recibió la llamada de parte de nuestra colaboradora en el estado de Chihuahua, quien le informó que conocía su caso y que JJI estaba dispuesta a pagarle los pasajes de autobús para que pudiera visitar a su hijo, sólo tenía que decirle la fecha que fuera mejor para ella. La señora Silvia no acreditaba que dicha ayuda fuera real. 

Silvia le comentó a nuestra colaboradora que se sentía mal por solo poder visitar a uno de sus hijos, ya que ella consideró que la ayuda se refería sólo a su hijo menor. Tras platicar con ella, y conocer más acerca de su caso, supimos que ella tenía un familiar en Chihuahua quien podría recibirla durante todo el fin de semana, para así el sábado visitar a Miguel y el domingo visitar a sus hijos mayores en la prisión para adultos.

La señora Silvia no cabía en sí misma de la felicidad de lo que esto representaba. Sólo había un último problema: ella no quería llegar con las manos vacías. 

En las prisiones de México, los reos suelen vivir tan solo con las posesiones que sus familiares les proveen durante sus visitas. Deben ser artículos autorizados por las autoridades de la prisión y los reos deben cuidarlas mucho ya que puede pasar mucho tiempo antes de que puedan adquirir un artículo nuevo. A veces pueden pasar meses o incluso años antes de que puedan tener ropa interior o cepillos de dientes nuevos.

Nuestra colaboradora conoció a la señora Silvia en la estación de autobuses de Chihuahua. Se emocionaron mucho al reconocerse por primera vez. Les hubiera gustado poder abrazarse pero saben que la situación actual no lo permite, por lo que se limitaron a un saludo a la distancia y, aunque no podían verse las bocas, sus ojos indicaban la felicidad que ambas compartían.

Nuestra colaboradora le llevó personalmente al centro de detención donde se encuentra Miguel. Le entregó una bolsa con un pantalón deportivo y tenis nuevos, así como también un kit de aseo personal. Silvia estaba muy emocional por todo lo acontecido, y por poder proveer a su hijo de un regalo que de otra manera no hubiese podido conseguir.

Entró al centro de detención donde convivió con su hijo por algunas horas, las cuales disfrutó con mucha alegría.

Al salir, la señora Silvia estaba muy conmovida por todas las atenciones que había recibido. Se sentó con nuestra colaboradora en unas bancas y Silvia dijo lo siguiente:

“Cuando vengo a visitar a mis hijos, me pongo muy nerviosa porque no sé lo que va a pasar, pero me pongo en manos de Dios. No importa lo que pase, vale la pena porque voy a disfrutarlos, voy a platicar con ellos y es una emoción muy bonita. Como se lo he dicho a usted, doy mil gracias por esta ayuda. Bendita sea usted y todas las personas que hacen todo para que una pueda venir a ver a sus hijos. Créame que estoy infinitamente agradecida con usted por ser tan linda. No me pasaba por la mente llegar a conocerla y aquí estamos. Sepa que tiene en mí a una amiga para siempre y espero que Dios la bendiga en todo lo que haga”.

En JJI creemos en que las familias son parte fundamental para la reintegración de los jóvenes a la sociedad. Privarles a estos muchachos del contacto con sus familias casi nunca produce buenos resultados. Poder proveer a los padres de familia con oportunidades de transporte para visitar a sus hijos puede parecer algo minúsculo, pero para estas madres y padres representa una luz de esperanza para la sanación familiar. 

Por favor considere realizar una donación el día de hoy para que podamos ofrecer estas oportunidades a más familias de escasos recursos.